EN UNA SESIÓN MARCADA POR LA TENSIÓN, CONCEJALES DEL PRO Y LA LIBERTAD AVANZA PROTAGONIZARON UN ACTO DE DESPRECIO HACIA LOS TRABAJADORES DE ARSA AL NEGARSE A ESCUCHAR SU SITUACIÓN, ABANDONANDO EL RECINTO O VOTANDO EN CONTRA DE SU DERECHO A EXPRESARSE.
En la última reunión del Concejo Deliberante, los trabajadores de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (ATILRA), representados por el delegado Luciano Elías Asad, buscaron exponer la crítica situación que enfrentan más de 200 empleados de la empresa ARSA, quienes desde hace más de un año padecen arbitrariedades laborales. Sin embargo, lo que debería haber sido un ejercicio democrático se vio empañado por actitudes de intolerancia y desprecio hacia los trabajadores por parte de un grupo de concejales.
Durante la sesión, se propuso otorgar una banca pública al delegado de ATILRA para que detallara la problemática. Una concejal del PRO solicitó que la votación para permitir esta intervención, inicialmente prevista por bloque, fuera nominal. El resultado dejó en evidencia la postura de algunos ediles: cuatro concejales –dos del PRO y los dos de La Libertad Avanza– votaron en contra de escuchar a los trabajadores. Si bien esta decisión, aunque cuestionable, se mantuvo dentro de los márgenes democráticos, lo que siguió desató indignación.
En un gesto que ATILRA calificó de “inentendible, antidemocrático y discriminatorio”, las concejalas del PRO, Sofía Arning y Adela María Walberg, abandonaron el recinto en el momento en que el delegado iba a tomar la palabra. Esta actitud fue interpretada como un claro acto de desprecio hacia los trabajadores y sus reclamos.
Por si fuera poco, el concejal de La Libertad Avanza, Luis María Castillo, quien es un trabajador despedido de ARSA y, por ende, compañero de los afectados, votó en contra de que el delegado explicara la situación. Su decisión provocó un inmediato repudio en la sala, con gritos de “¡traidor, traidor, traidor!” que resonaron en el nuevo recinto del Concejo Deliberante. Según testigos, Castillo permaneció impasible ante las críticas.
Desde ATILRA, se lamentó que la “casa de la democracia” se transformara, aunque sea por unos minutos, en un espacio de intolerancia y vergüenza. Los trabajadores reiteraron su compromiso de seguir luchando por sus derechos y visibilizando las injusticias que enfrentan, a pesar de la falta de empatía de algunos representantes.