EL ABRUPTO CIERRE DE LA PLANTA DE KIMBERLY-CLARK EN PILAR DEJÓ SIN EMPLEO A 220 TRABAJADORES, GENERANDO PROTESTAS Y UN FUERTE RECLAMO DEL SINDICATO DE PAPELEROS, QUE DENUNCIA FALTA DE DIÁLOGO Y EXIGE MEJORES CONDICIONES DE DESVINCULACIÓN.
La multinacional Kimberly-Clark, fabricante de marcas como Huggies, Kotex y Kleenex, anunció el cierre definitivo de su planta en el Parque Industrial de Pilar, provincia de Buenos Aires, dejando a 220 trabajadores sin empleo. La decisión, comunicada de manera sorpresiva el sábado 7 de junio de 2025 mediante telegramas de despido, desató una ola de indignación entre los empleados y el Sindicato de Papeleros, que calificó la medida como "injusta" y carente de diálogo previo.
Según Diego Lijo, secretario adjunto del Sindicato de Papeleros de Beccar, la empresa había informado días antes que la planta estaría inactiva por "tareas de mantenimiento", lo que generó falsas expectativas de continuidad. "El sábado nos convocaron para anunciar el cierre y el traslado de las máquinas a San Luis", relató Lijo, destacando que el 75% de los despedidos tiene más de una década de antigüedad.
Kimberly-Clark justificó el cierre como parte de una estrategia global de "optimización y crecimiento sostenible", centralizando su producción en la planta de San Luis, donde emplea a 400 personas y planea invertir 15 millones de dólares en los próximos tres años. Sin embargo, el sindicato denuncia que la empresa no ofreció alternativas ni instancias de negociación, y recuerda un precedente similar en 2018, cuando cerró su planta en Bernal, desvinculando a 200 empleados.
El lunes 9 de junio, los trabajadores despedidos se manifestaron frente a la planta de Pilar, exigiendo la reapertura o, al menos, mejores condiciones de desvinculación. El gremio presentó un pedido urgente ante el Ministerio de Trabajo de la provincia para una audiencia, aunque reconoce que, al tratarse de una multinacional, la decisión parece "irreversible". "Apuntamos a garantizar indemnizaciones justas y contención para los compañeros", señaló Lijo.
La situación generó alerta en el sector gremial, que ve en este cierre un reflejo de la precarización laboral en Argentina. Organizaciones como ATE y la CGT expresaron solidaridad y advirtieron sobre el impacto de estas medidas en un contexto económico ya adverso. Los trabajadores, por su parte, continúan movilizados, buscando visibilizar su reclamo y presionar por respuestas concretas ante una decisión que los dejó "sin sustento de un día para el otro".